viernes, agosto 18, 2006

CONFESIONES DE MERETRIZ


Hola, soy Nancy, tengo 23 años. Que cómo soy? Ja, pues nada más véame, tengo el cabello negro como la noche más oscura y largo hasta los hombros. Mi cara, bella ¿si o pa’ qué?, la maquillo poco porque, falta, falta, no me hace el maquillaje. Mi cuerpo, bien cuidado, una no se puede permitir estar gorda, no, eso no. Mis tetas, bien firmes, ah, el culo bien puesto no, es que definitivamente, si hubiera nacido no se en Bogotá por ejemplo, sería modelo, o hasta reina de belleza, uno no sabe.

Sabe?, mi vida era linda cuando niña, no me preocupaba por nada allá en ese pequeñito pueblo del oriente antioqueño donde nací, corría de un lado a otro sin preocuparme, pero que todo lo lindo termina cierto?…

mi mamá, ella era bien loca, todas las semanas tenía un novio nuevo, pero que, ninguna persona que yo haya conocido ha podido gozarse tantos papás, lo único embarrada es que nunca he conocido al verdadero.

En el pueblo, todo el mundo le hacía el feo a mi mamá, las demás beatas del pueblo le gritaban que fumaba yo no se qué cosa. Que mírale los ojos rojos, que pobre niña con esa mamá, pero sabe?, solo hasta que tenía 13 años comprendí que mamá metía marihuana, pero a lo bien, mi mamá me quiere, siempre me ha querido, muy a su manera, y yo también la quiero.

Estudié hasta séptimo, o sea segundo de bachillerato, pero la plata empezó a faltar y mi mamá tuvo que trabajar en lo que todas las mujeres sabemos pero nos hacemos las tontas, pues si, de puta. Y mirándolo objetivamente pues si, mire: ella ya se lo daba gratis a muchos, y lo único que le habían dejado era un tren de chinitos pa’ malcriar, no, ahora al menos que le pagaran.

A mi, pues como ya lo dije, me toco salirme de estudiar y ayudar en mi casa con lo de mis hermanos, a correr detrás de ellos cuando los vecinos querían pegarles y aguantarme también a los vecinos que querían tocarme y a espiarme mientras me bañaba. Mi mamá hum! Mi mamá vea: empezó a llegar más borracha y trabada que nunca y empezó a pegarnos durísimo.

Eso ya era el colmo, mi abuela no aguantó más y nos llevó a vivir con ella, las cosas cambiaron, volví a estudiar y tuve una vida normal, de nuevo tenía sueños y aun los tengo. Vea: imagínese usted a mi persona como administradora de empresas ah? Chevere, cierto?.

Por esos días de colegio tuve mi primer novio, me gradué y también mi primera vez con un hombre, fue tan, tan, tan, tan, raro; de verdad, fue rarísimo, me imaginaba una cosa realmente distinta, pero que ya estaba hecho.

Tiempo después viajé a Medellín, llegué a estudiar lo que ya le había comentado “administración de empresas” en una universidad privada, allí me fue bien en los primeros semestres, pero de nuevo el bendito problema que nunca falta cuando uno esta bien, todavía lo recuerdo como si fuera ayer…

Esa mañana me levanté llenísima de júbilo, tenía que recoger las notas en la “U”, y cuando me las entregaron, si, había pasado el semestre, ¡que alegría! Volé hasta la casa donde me hospedaba y cuando entré la señora de la casa tenía un rostro grave, a mi no me importó y le grité llena de emoción: “¡pasé, pasé, gané el semestre!” ella me respondió sin cambiar la gravidez de su cara “felicitaciones mija, pero siéntese que tenemos que hablar”. Ahora si me preocupó, –“qué pasó?”–, –“mija, su abuelita murió hoy en el pueblo”–, y allí me quedé sola, sentada, llorando en ese sofá con el corazón hecho pedacitos.

Me fui pa’l pueblo ese mismo día, mire usted no sabe lo que sentí al ver a mi abuela en ese cajón, rodeada de tanta gente que quizás ni la conocía.

Me reencontré con mi familia, ja! Mi mamá más descarriada que siempre, se había emborrachado, para olvidarse de ese dolor tan grande que yo comprendía.

Me devolví a estudiar, pero ya no tenía quién me ayudara, la señora de la casa donde vivía me decía que el arriendo, en la u, que el semestre hay que pagarlo, que las copias, que los buses y los profesores: “vea, déjese ayudar, tomémonos una cerveza y discutamos el asunto”.

Una amiga, fue la que me trajo hasta aquí. Sabe?, ella me dijo: “ Ve caminá o’me mirá vámonos pa’ Cali que allá le pagan bien a una por el rato y a demás podemos seguir estudiando allá”. Me dolió, me dolió porque siempre había creído que mi vida sería muy distinta, pero igual me convenció, cuando uno de mis hermanos me llamó y me dijo que no había podido estudiar más porque no había plata, que mi mamá todo se lo fumaba y que ahora trabajaba en el campo para poder medio comer, eso, eso me convenció.

Llegamos aquí hace año y medio, nos contactamos con un negocio y a trabajar.

El primer cliente; ese, ese no se olvida por más que uno quiera. Estaba tan nerviosa, que cuando el tipo ese terminó no pude más que llorar larga y profundamente y allí me quedaba, desnuda, envuelta entre sábanas, después de haber sido usada por un completo desconocido.

Y así vino uno, otro, y otro y ahora soy lo que no quería llegar a ser: una puta. Es increíble como las circunstancias te arrojan a esto, y no es como muchos creen que es elegir profesión como elegir ser doctor, arquitecto, enfermera, secretaria, no!, a muchas de nosotras el destino nos trae a esto.

Me va bien, estoy terminando mi carrera en una universidad del sur de la cuidad y le mando platica a mis hermanos para estudiar, para que al menos a ellos el destino pueda cambiarles. Yo por mi parte espero reunir una plata y cuando termine de estudiar me devuelvo a Medellín y monto un negocio propio. Y ahora, ahora me voy, el administrador me echó porque no quise irme con el por 12 mil pesos, pero sabe?, aunque mi dignidad esté tan pisoteada, mi orgullo es el que me mantiene en pie, se conserva, no intacto pero ahí está.

Chao, no olvide llamarme, nunca se sabe cuando me vaya a necesitar.


Marko Mosquera

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